martes, 30 de julio de 2013

Caída libre, con o sin cinturón.

Quien decide cual es nuestro lugar? Quiero decir, a veces nos encontramos en un lugar, de repente, y nos paramos a pensar, y como hemos llegado ahí? Pensamos que han sido nuestros pasos, que nos han colocado en ese sitio, en ese momento, y con esa persona. Pero, y si no ha sido eso? Quienes somos nosotros para decidir nuestro destino? Somos simples peones de un ajedrez gigante, nuestra única misión es acabar cayendo en batalla. Muriendo por algo, por alguien. Y tu, por quien quieres morir?
No os creáis esto, destino es una palabra hecha para los cobardes que no quieren darse cuenta de que ellos deciden. No quieren darse cuenta de que ellos dirigen sus pasos. Son los dueños de sus acciones. A veces sin pensar, entramos en lugares donde nunca pensamos que podríamos estar. Lugares muy distintos a lo que nosotros estamos acostumbrados. Otro mundo, otras ideas, otra manera de ver las cosas.

Llego, sin hacer mucho ruido, y toco a la puerta. Una preciosa chica, de ojos brillantes me abre la puerta. Con una sonrisa anticiclónica borra las lágrimas secas de mi borrascosa piel. Ha llegado pisando fuerte. O he llegado yo? El caso es que me mira, y me ofrece una taza de ilusión, mientras ella se aclara la voz para lo que tiene que decir. Yo no estoy muy seguro de cual es el plan a seguir en estos casos, quizás soy un poco nuevo en esto. Ella se sienta, con las piernas cruzadas, y me cuenta que existen dos caminos:

"El primer camino, es el básico. La montaña rusa: Te subes y te dejas llevar. Empiezas a subir, y todo es perfecto. Todo son primeras cosas juntos. Sonrisas y pocas lágrimas. Pequeñas alegrías, que son tu sol de cada mañana para poder levantarte. Y desde ahí arriba puedes verlo todo. Ves tu pasado, ennegrecido por las sombras de la duda y del odio, del desamor y de la tristeza. El amor siempre muere entre dudas y miedos. El amor se ahoga entre lágrimas. Tu presente, a tu lado, sonriendo, mirándote a los ojos y preguntándose si todo esta bien. Su claro pelo brilla mas que nunca ahí arriba, y el viento lo mueve hacía los lados, dudando de si soplar hacia el norte o hacía el sur. El propio viento duda de si empujarnos hacia abajo para que volvamos a subir o empujarnos hacia delante, para que prosigamos nuestro camino. Pero repetir nuestros pasos se convierte en un pecado que nos gustaría cometer, resulta interesante la oferta. Por eso la aceptamos, y el destino, cruel y tramposo, nos empuja al lado contrario. Deberíamos habernos puesto el cinturón de seguridad... Según caemos los ojos de la chica dejan de brillar, y lo que parece ser una lágrima brota de uno de ellos. El viaje está siendo movidito, el golpe... demoledor.
Al llegar abajo, no queda nada de ellos. El golpe ha sido tan duro que ni se reconocen, no recuerdan lo que han vivido. Se tratan como extraños, y la duda se apodera de sus corazones. Quienes son, y que hacen ahí juntos? El destino siempre guarda un as bajo la manga, para hacer caer al que cree que puede jugársela. Al que cree que los cuentos son de verdad, que las historias de amor son eternas. El iluso es el primero en caer en esta montaña rusa del amor."

Me quedo sin aliento, pensativo. La miro y me pregunta si quiero saber cual es el otro camino. Me pregunta si quiero saberlo, o si prefiero quedarme con la fugaz ilusión de la montaña rusa. Me pregunta si creo que vale la pena el golpe en la bajada a cambio de una subida llena de amor. Le pido por favor que me explique cual es la segunda opción, el plan B.

"Querido, el segundo camino, es el que no todo el mundo sabe ver. Debes saber que ambos caminos tienen una subida. Pero el hombre cauto prefiere seguir el camino, en busca de otras subidas. El hombre necio, da marcha atrás e intenta repetir la misma todas las veces que puede. Pero la vida es caminar hacia delante. Y al señor del tiempo y el espacio le gusta saber que todo transcurre en orden, no intentes jugársela, o el tela jugará a ti. Esta otra opción, al igual que la primera, también se basa en la montaña rusa. El principio es el mismo. Dale la mano a esa chica y ayúdala a que se suba contigo al vagón, y no seas tonto, ponte bien el cinturón de seguridad, y haz que ella también se lo ponga. Comprobarás que la subida es la misma, con las mismas alegrías que en la primera opción. Conocerás lo que es sonreír de verdad durante esa subida, y también lo que es no poder dejar de pensar en esa otra persona. Llegas arriba, cargado de ilusión. Pero te inclinas hacía delante, te dejas caer, ante la atónita mirada de la chica. Estás firmando la sentencia de muerte de la relación? No, no lo haces. Las caídas son inevitables. Las discusiones, las lágrimas. Verlo todo acabado y perdido es inevitable. Cuando subías descubriste lo que era sentirte ilusionado por alguien, descubriste lo que es querer estar con alguien día y noche. Ahora que estás cayendo, es cuando descubres lo que es el amor. Ahora, querido, es cuando descubres lo que es querer de verdad...
Y fíjate, con el cinturón puesto no ha sido para tanto, a que no? Porque estás cosas hay que saberlas ver venir. Debes saber que pasan, que están ahí, que no eres nadie para evitarlo. Pero si para arreglarlo. Ahora que has caído, el vagón continúa, y ves eso? Es otra subida, te la has ganado. Has llegado a la parte de los valientes, de los que no tienen miedo a nada, solo a perder el amor. Y el amor no se pierde, el amor se gana, se lucha por el. Por el amor tienes que hacer sacrificios, llevarte golpes y caerte mil veces. Pero el amor te recompensará como es debido. Porque el amor es sabio, y solo quiere en su club a los que de verdad merezcan estar en el."

Su mirada, clavada en mi, me da a entender que está esperando una respuesta. Mis corazón latía a un ritmo demasiado rápido, me sudaban las manos, y el miedo me dejaba helado. Pero la decisión estaba clara. Me decidí por el segundo plan, el plan B.
Ella me miró, con una tímida sonrisa, descruzó las piernas, se puso en pie, y me abrazó. Había sido ella, todo el tiempo. La chica del vagón, de los ojos risueños. La chica del pelo claro y la sonrisa interminable. Ella se encargó de ayudarme, de ayudarme a saber como podía estar con ella para siempre. Me enseñó como es el amor, y quien soy yo entonces para no querer morir a su lado?



Subamos o bajemos. Nos demos golpes, o nos demos besos. Que pase lo que tenga que pasar, pero que pase contigo.
Riamos o lloremos. Discutamos o riamos. Pero que eso nos lleve a un lugar alto, desde donde podamos ver lo pequeños que eramos, y lo grandes que podemos llegar a ser.
Te invito a mi montaña rusa, llena de altibajos y de golpes. Pero también llena de nosotros, y de lo que eso conlleva. Te invito a que te quedes aquí para siempre, pero no olvides ponerte el cinturón.

Quédate, y entre los dos conseguiremos que los golpes no signifiquen nada. Conseguiremos lo que queramos conseguir. Nunca lo dudes.

-Alex Guti. Hoy me he pasado escribiendo, verdad?

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