viernes, 3 de julio de 2015

Insert Coin

Ahora mismo, justo en este momento... Bueno, y ayer, la semana pasada, hace un mes... En fin, ahora mismo y desde hace un tiempo soy como un crío de los 90 en una sala de recreativos.
Bolsillo vacío y cabeza baja, buscando 100 pesetas para poder echar otra partida al Tetris o al Street Fighter. Sin créditos. ¿Game over?

10
9
8
7
6
5
4
3
2
1

.................................................

Supongo que así es como se debía sentir uno de pequeño mientras la cuenta atrás y el poco peso de la riñonera indicaban que no ibas a poder jugar mas a tu juego favorito.
Será eso. Será que ya no hay crédito, monedas, intentos o ganas. En ese momento es cuando miras atrás e intentas pensar qué es lo que te ha llevado a perder tantas partidas. Tantas derrotas, tantos intentos perdidos. O quizás me quedé dormido el día que repartieron los intentos y he gastado esos pocos que traía ya de casa. Menuda imbecilidad eso ultimo. Es evidente que algo he hecho mal. Que no he sabido nunca aprovechar mis oportunidades o he jugado en niveles a los que no sabía enfrentarme. Y por eso, tras tantas partidas, me he quedado sin ganas de mas. Puede que me haya cansado de jugar... o de que jueguen conmigo.

Y en eso no existe la diferencia con el crío de los recreativos: Bolsillo vacío, cabeza baja... y vuelta a casa.


-¿Game over?


-Game Over.

viernes, 26 de junio de 2015

Desgana.

Si miro ahí,
siempre estás.

Si miro allá,
siempre estás.

Si cierro los ojos,
siempre estás.

A diario,
siempre estás.

En la música,
siempre estás.



Si siempre estás,
¿cómo es que te has ido?

domingo, 31 de mayo de 2015

Punto de vista.

"Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas… en la lluvia."


Y yo también he visto muchas cosas que no creeríais. No he visto atacar naves en llamas más allá de Orión ni he visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser… Tampoco es que esto sea una película y tampoco es hora de morir bajo la lluvia con una paloma en las manos. Si esto fuese una película estaría mas cerca de "500 days of summer" que de "Blade Runner". Aunque el imbécil de Joseph Gordon-Levitt iba sobre aviso y se dedicó a llorar por algo que le habían dicho que no sería real siempre. Yo he llorado por algo que me habían dicho que era real cuando estaba convencido de que yo era un simple engranaje del sistema, una pieza en un desierto, deshidratada y contemplando un espejismo que se formaba entre la arena y el aire cálido que me entraba a los pulmones. Y aunque parecías real, te disipaste. Efímera, como la gota de agua que me quedaba, como el instante en que me lo creí, como el tiempo que pasé en el páramo de tu pasatiempo.

Ahora tu también te perderás en el tiempo, como mis propias lágrimas en la lluvia. Te perderás, como yo me perdí en tu calendario y en la distancia. En una distancia irreal pero significativa, en la cual dos palmos son 600 kilómetros y un adiós es un ojalá. Ojalá. Es increíble. Os habéis parado a pensar en todas las cosas que habréis dicho en vuestra vida y que empezaban con la palabra "ojalá"? Seguro que no. Nos pasamos la vida en un ojalá. Seguro que has dicho "ojalá me toque la lotería", "ojalá acabar ya los estudios" o cualquier cosa así. Es natural, yo también lo hago. Y es por eso que ojalá. Que ojalá te hubieses ido antes o te hubieses quedado hasta mas tarde. Por eso ojalá pudiese borrar mi memoria, formatear mi cabeza. Ojalá, ojalá, ojalá. De que servirá pasarse el tiempo deseando que pasen cosas en vez de luchar por ellas?
¿Eso ha sido?
¿Consideras que no he luchado lo suficiente?
¿Crees que mereces mas? ¿Que yo soy poco?
¿Has perdido tu tiempo conmigo? ¿Lo habrías invertido mejor en otra persona?


Y te habrás pasado el tiempo pensando en que ojalá no hubiese pasado.
Que ojalá no la hubieses cagado.
No por mi, si no por ti. No por mi, si no por él. Madre mía, que decisión tan mal tomada por una persona que ojalá hubiese merecido tu tiempo, tu vida, tu amor. Es eso. Ahora me doy cuenta.
Ha pasado tiempo, pero ahora me doy cuenta. De que ha sido mi culpa. No me dejaste ser, ni yo a ti. No te dejaba ir, pero tu a mi si. ¿No te he llegado a entender? No creo que tu me entiendas a mi.
Pero soy yo, el que ha roto los platos y por eso los estoy pagando. Será lo justo. Será lo necesario.

Maldita sea, tú no podías salvarme. ¿Lo entendías? ¿Sabías que no podías hacer nada por mi? ¿Has sido tú la que se la ha jugado por mi?
Se ha dado la vuelta a la tortilla. Quizás este sea el punto de vista. Quizá, quizá, quizá.
He hecho daño. Lo estoy haciendo. Hasta ahora lo estoy haciendo. Me sale sin querer, quizás forme parte de mi no ser comprendido como tal. Ser solo esa pieza rota que no encaja que busca una forma de escapar de las calles en las que no te encuentra. Y tú estarás escondida, deseando que esto se acabe, porque todo es culpa mía. ¿Habré desperdiciado tu tiempo para luego echarte a ti la culpa de haber perdido el mío? ¿Seré Joseph y nadie quiere decírmelo?

Llegados a este punto tendré que decir que tú tenías toda la razón. La razón para actuar como has actuado. Porque sí. Porque estoy equivocado. Equivocado por pensar que podría formar parte de ti, por creer que podría ser alguien en tu vida cuando ni siquiera he pasado el examen de acceso. Y eso soy: Un aspirante a nada al que nadie aspira. Una de esas lágrimas que no significan nada entre tanta lluvia. Soy nada para ti y eso es lo mejor de mi. Estar errado es la mayor verdad a la que puedo aspirar. Aspirar a ser la nada de alguien y el todo de nadie. Un granito de arena de aquel desierto, una mota de polvo del recuerdo que dejas.
Así que lo siento. Siento haber intentado ser alguien. Siento haber intentando ser mejor persona por ti y para ti. Estaba equivocado, como siempre. Y por eso también siento haber malgastado tu tiempo y haber minado tu alegría. Siento haber entrado en tu vida para destrozarla desde dentro. Siento haber frenado tus sueños y los de quien de verdad significa algo para ti. Siento ser un desperdicio y haber destrozado este lugar. Nuestro hogar.
Siento no poder llegar a ti como tu has llegado a mi y no haber encontrado hueco en ti. Ser un lastre, una carga, un nubarrón, un bache, un resbalón, un suspenso, un tropiezo, una estafa, un timo, una nada llena de nada que te ofrecía nada... a cambio de todo.

Ojalá pudiese devolverte tu tiempo y que pudieses aprovecharlo con quién realmente creas que merece la pena.
Ojalá el tiempo te traiga algo mejor que una persona como yo.

Me he dado cuenta de todo por la lluvia. Porque una paloma no puede volar con las alas mojadas.

Si yo soy la lluvia solo estaba consiguiendo que no fueses libre.





-A.G.

domingo, 26 de abril de 2015

Ciencia ficción.

Toda historia tiene un final. 
Bueno, y un principio. Pero el capítulo titulado "todo tiene un principio" ya lo he contado a quién tenía que contárselo. Igual ha hecho una bola y ha tirado a encestar en una papelera. Digamos que tiene puntería a la hora de reciclar algo... o a alguien. 
Fue una historia corta y una herida larga. Larga como el vaso en el que quiero ahogar el recuerdo, eterna como la noche en la que no volví a escuchar tus buenos días. El gallo que no canta, y yo, que me enredo entre las sábanas, revueltas de dar vueltas durante ese sueño que no llega, porque no he conseguido pegar ojo desde el jarro de agua fría que me despertó la última vez. Te lo dicen mis ojeras, dibujadas de pasar hambre de ti. 

En lo que podemos estar de acuerdo es que toda historia tiene un desenlace, un final, un error... y un adiós. Adiós. Adiós. Adiós. Como si eternizar la despedida alargase la historia. Adiós. Adiós. Adiós
Pero sigues siendo tú. Adiós. Adiós. Adiós. La que ha querido irse sin decir adiós. Adiós. Adiós. 
Y el desenlace se adelantó. Llegó siglos antes de lo que yo esperaba, cuando solo habían pasado unos segundos desde tu decisión de quedarte. Segundos, minutos, días o semanas. No lo sé. El tiempo se detuvo para mi, pero en tu reloj pasaban las horas que prendían fuego a tus palabras. Saliste corriendo, como de un incendio. Y yo me quedé, sentado, esperando a que el humo de tus llamas me adormilasen para poder volver atrás, adelante o hacía donde fuese que me llevase el subconsciente. Pero me quemo. Me quemo en este infierno llamado realidad. Las horas no conducen a ninguna parte, porque mañana no estás y pasado tampoco. ¿Y de qué sirve el tiempo cuando no quieres llegar a ninguna parte? ¿De qué sirven los días en el calendario cuando la noche es eterna?

Ahora serás recuerdo, hasta que consiga olvidarte. Hasta que olvide las caras largas que convertí en ojos que sonreían y brillaban. Hasta que olvide tu indecisión, Hasta que me quede sordo de escuchar tus canciones y ciego de no ver tus fotos; se quemaron en el incendio. Ciego y sordo, inútil y triste. Triste y apático. Apático... y abatido. De no poder recordar tu olor pero recordar que colonia no comprar nunca más. De sentarme solo, imaginando la sombra de lo que parecía que eras y no llegaste a ser. Y  paso a ser uno mas. Uno que ha pasado. En una estantería, apenas sin usar, como una película sin abrir de la que solo has visto el trailer. Como esa canción que no llegaste a escuchar y que te habría gustado. Como lo que no llegaste a ver... porque te habrías quedado. 

No somos nada mas que conocidos importantes, con la duda de si bajar la mirada o saludar con la mano en el momento en que una brisa nos junte por casualidad. Y es que te has ido sin irte. Te has quedado sin quedarte. Y me has dejado, sin dejarme. Ya no soy el segundo, ni el tercero, ni el último ni el primero. Ni nada, ni nadie. Ni pronto, ni tarde. No soy. No estoy. No.
Y quiero que todo se desvanezca. Desaparecer o reinventarte. Como si nada hubiese ocurrido. Como si los errores fuesen virtudes y las lágrimas efímeras. Como si tu suave piel no dejase de sentir la mía. Para ver como llega el sol en tu ventana y la calma a tu habitación. Para verlo desde fuera, y solo sentir que todo marcha bien. Solo sentir que no he estado ahí para molestar, respondiendo a una llamada que no he recibido, contestando que SÍ a una pregunta que no me han hecho. Viviendo por ti, para ti... sin ti. Pero todo irá bien. En la distancia que te separa y te acerca. Yo me quedo, junto a todo lo que no aprendiste a apreciar de este lugar. Porque lo que importa no son las calles ni las aceras. No es la lluvia ni el frío. Lo que importaba era que tenías con quien refugiarte de todo eso. 


Como en una película de ciencia ficción, "me llevaste por delante", aunque esta vez no te saque a bailar. No pasaste de mi portal, ni yo del umbral de la importancia. Dejamos una cama vacía de historias que contar. Dejaste un cuerpo vacío y te llevaste mis ganas de volverlo a intentar. 


-Alex Guti, De vuelta para ser el mismo que deja pasar la vida en un intento de sobrevivir. 


jueves, 25 de septiembre de 2014

Coincidencias.

Se enamoró de él en la calle. 
Se topó con él por la calle.

Llevaba la vida con prisa y la ilusión en un bolsillo. Quizá le faltaba algo, aunque no sabe muy bien el que. Llegaba tarde a ninguna parte y temprano a ningún sitio. Sonreía porque era mas cómodo que llorar. Lloraba, pero dudo que la vieses hacerlo. Podía mirarte de resfilón y quitarte el aire de los pulmones; podía dejarte seco solo con su existencia. También podía mover el pelo, sonreír y parpadear como nadie en esta puta ciudad. Ella había pedido ser invisible, pero no hay quien escape de esos ojos. Ahora que vuelve por aquí es mejor no encontrarse con ella. Ella es el peligro de ojos brillantes. Venía de algún sitio que nadie conoce y desconoce totalmente dónde está el lugar al que quiere ir. Navega a favor del viento, siempre dice que está cansada de pelear con el destino. Lleva una lista de deseos sin cumplir, para recordarse a si misma que la suerte no existe. Pensaba que la suerte se había matado en algún rincón de sus defectos, y que el destino se había ahogado en alguna de sus lágrimas secas e invisibles.
Y el destino pasaba a su lado, de la mano de la suerte.

Se enamoró de ella al instante.
Él iba de frente; despistado e inseguro. El cielo estaba azul, pero sobre el siempre volaba una nube gris. No entendía las cosas que la gente suele entender, pero tenía explicaciones lógicas para todas esas cosas que los demás no comprendían. Le resultaba difícil abrir los ojos si veía algo de claridad y quizá por eso no tenía nada claro. Se escondía detrás de unas gafas oscuras bajo techo. Llevaba la mirada perdida, como si llevase toda la vida buscando algo mas allá, dónde nadie suele buscar. Las cosas que nadie veía eran sus preferidas, Su mayor enemigo era él mismo, siempre en otra dirección. Se llevaba la contraria a si mismo. Creía en todo y en nada, creía en ella y no la conocía. Creía en el futuro, pero no lo firmaba. No creía en la vida, por eso la llevaba por la sombra. No encontraba el valor para decir lo que lleva dentro, y la flor se empezaba a marchitar. Necesitaba solo un intento para volver a fallarse a si mismo. Una vez mas, era un hombre nuevo cargado de angustia y negatividad. Como un arma cargada con un gatillo que nadie quiere apretar.

Se encontraron de frente.
Las prisas de ella se chocaron con el despiste de él. A ella se le cayo algo del bolsillo. Él, inseguro, se inclino y le devolvió su ilusión. Le miró de resfilón, y la nube gris descargó toda su furia en la otra punta de la ciudad. Él, dubitativo, no comprendía lo que ocurría. Se puso sus gafas, pero no podía frenar el brillo de sus ojos. Ella no dudó en mover el pelo al sonreír y él por fin tenía un lugar al que poder mirar. La mirada dejó de estar perdida y encontró un hogar. Creía en el futuro y lo firmaba. Creía en ella y ahora la conocía.
Ella sacó su lista de deseos y la rompió en mil pedazos. Guardó sus debilidades en el bolsillo, ahora vacío, dónde guardaba su ilusión, y cambió sonrisas y lágrimas. Él encontró el valor junto a ella, disparó y le resultó más fácil morir por ella que vivir para nadie. Ahora el sol no brilla, ilumina. La luna no es la única que se queda con él hasta tarde y al cielo le falta una estrella. Una vez mas, era un hombre nuevo, cargado de ella, como un arma cargada con un gatillo que solo él quiere apretar.

Y así acaba o empieza la historia de chico conoce a chica y chica conoce a chico.
En esta historia nadie conoce a nadie. Ella iba a prisas sin pensar en nada mas que en nada. Él, desarmado, caminaba buscando algo en el aire, pero sin levantar la cabeza del suelo. Sus hombros se rozaron, pero el contacto de sus cuerpos no fue suficiente para que la historia sea de película.
Pues al fin y al cabo, este es nuestro día a día. Ella no le manda una señal a él, y él no tiene valor para decirle a ella que lleva toda la vida buscándola por todas partes. Él se enamora de ella, y ella de él, y ambos vuelven a sus hogares montándose la película de como sería la vida con el otro. Nos sobra el tiempo para actuar en nuestra película y nos faltan ganas de ganar un Oscar por ella.
Sé que estás ahí. Sé que nos hemos encontrado y sé que no me has mirado. ¿Soy invisible?

Nos hemos encontrado. Nos hemos visto, Nos hemos rozado, sonreído, intimidado con la mirada y la verdad, casi disparo. Pero nos falta el valor para creer en algo. Nos falta el aire que tu te llevaste, nos falta la ilusión que perdiste y no consigo algo que ilumine este camino.
El bucle es evidente: Sin luz no consigo verte y si no te veo, no tengo quien me ilumine el camino.

Alex Guti, no se que mierda acabo de escribir, así que no preguntéis.

viernes, 29 de agosto de 2014

Ojos que no ven.

Perdí la credibilidad antes de empezar a tenerla. Quizá hablé antes de tiempo o no dije lo que tenía que decir en su momento. La cosa es que la he perdido. La credibilidad, claro. ¿De que iba a hablar si no? ¿De una chica? Sería lo típico, supongo. Y quizás lo más lógico viniendo de mi. 
Pero yo ya no hablo de esas cosas. No se, se podría decir que he perdido el interés en irme a la cama e imaginar una vida mejor. Porque para mi estar enamorado casi siempre ha sido eso; un viaje imaginario de esos que se tienen antes de dormir. Invisible. Suelo ser invisible. Menos cuando me ven para decirme que el viaje imaginario es lo que me queda. Prefiero ser invisible, llamadme loco, no soy de piedra, soy de cristal.

¿Cómo le llaman a eso? ¡Amor platónico! Eso es, a eso me refiero. Al amor que tienes, que das, que recibes y que te envuelve, sin salir de tu imaginación. Y quien sabe, igual abres la boca y ese amor es correspondido. O igual no. Y nos aferramos a esa posible negativa. ¡Con lo bien que estamos imaginando todo lo que puede salir bien! ¿No? En fin, somos un pasado derrumbado, un presente tembloroso y un futuro en construcción, no queremos que nadie joda lo que intentamos construir.
Quisiera saber en que piensas ahora mientras no estás leyendo esto. Quisiera saber en que piensas cuando te levantas y en quien piensas cuando te acuestas. Quisiera saber quien fue el último que vio la sonrisa de tus ojos y quisiera saber si tienes planeado quien será el siguiente. 
Cambios. Siempre hay cambios. ¿No te planteas un cambio? Una ventana nueva a otra parte, una puerta que se cierra y otra que se abre, un día distinto en un lugar distinto, ¿echas de menos tanto como yo lo que todavía no ha sucedido? 

Estoy desequilibrado, esto es un desorden. Un vaivén. A veces voy, a veces vuelvo. Me quedo de camino. Te canto, te pierdo, te encuentro, te sigo, te vas. ¿Pero como vas a irte si todavía no has llegado? Te he imaginado siempre, quizá sea eso: eres producto de mi imaginación. Te he creado yo. Y joder, tengo tan poca imaginación que no he sabido crear a alguien que se fije en mi. Mi imaginación ha abierto el archivador de mi memoria, esa es la única explicación. He creado algo perfecto, demasiado perfecto para mi. Me he pasado de listo esta vez, si es que a esto se le puede llamar "ser listo". 
Empiezo a pensar que escribo por una chica. Me siento tan imbécil a estas horas hablándole a nadie de ti... Sobre todo teniendo en cuenta que no se nada de ti, ¿cual será tu color favorito? ¿Te gustará pasear o preferirás sentarte a mirar las nubes? ¿Tendremos algo en común?

De lejos, de cerca. Un día, quizá dos. O igual tres. Con sonrisa o sin ella. Con algo que decir o con un silencio no tan incómodo. Me gusta tu silencio porque me parte por dentro. Me parte por dentro porque no entiendo tus palabras. Me parte por dentro porque le doy mis propias explicaciones a tu silencio. Sólo quiero que me veas cuando quieras verme. Sólo quiero que me sonrías cuando te salga sin querer. 
Lo admito, hablo de una chica. De la chica. La que imaginaba, la que imagino, la que veo y la que no me ve. Intenté buscar una melodía que representase lo que siento al verte, pero ninguna nota creaba la armonía que brilla en tu mirada. Acabamos prefiriendo el silencio como medio de comunicación y siempre nos queda la canción a medias. No creo siquiera que quieras escuchar lo que llevo escrito de momento. 

Invisible, otra vez. Ojos que no quieren ver, pero que tienen que ser vistos. 
Ciegos. Como el amor, si es que existe el amor. Bueno, hablo de eso que nos hace creer en algo. ¿Que digo? Ni que fuese una religión. Aunque podría serlo. Podría estar de rodillas, rezarte, alabarte y hasta me levantaría los domingos por la mañana para ir a tu casa. Escribiría un libro sobre ti y contaría la historia sobre como morí por una causa imposible. Contaré como acabaron conmigo antes de creer en mi. Contaré como luché por ti, pero primero tendré que empezar a hacerlo.
Al final voy a ser el Jesús de los idiotas que bajó a la tierra a buscar a alguien que en realidad vive en las estrellas. Que ironía que vaya a acabar siendo religioso.
-Alex Guti, os recuerdo que ya casi es septiembre. 

domingo, 27 de abril de 2014

Con o sin zapatos.

Hola. Te he visto llegar, como siempre. A la misma hora, con tus zapatos en las manos, intentando no hacer mucho ruido para no llamar mi atención. He sentido el brillo de tu pelo en el aire, el aroma de tu sonrisa en las llamas de mis entrañas.
Sé de sobras cuál es tu juego. Juegas a no conocerme; creo que se está poniendo de moda. Juegas a inventarte una excusa para quitarme la sonrisa, a pedirte una copa vacía y hacer como que ya es la hora de irte. ¿Y sabes? Yo nunca me voy. Me quedo ahí, sentado, esperando a escuchar el temblor del suelo por culpa de tus talones al andar. Siempre tienes esa costumbre de mirar con cuidado antes de dar la vuelta a la esquina. Y yo mientras pidiéndole un consejo al camarero y otro trago a mi psicólogo. Se me ha desmoronado el mundo, y las flores empiezan a crecer hacia abajo. El sol ya no las quiere, se ha cansado de iluminarme el camino para que otro pise donde yo he puesto la vista. Mi camino ya no es mío desde que la vida nos da pan rancio a los que pedimos el plato especial de la casa. En la mesa honorífica han empezado a sentar a los mindundis ahora que lo vulgar duerme acompañado. Ya sabes que ahora lo mediocre se ha puesto de moda.
No sé porque te escribo esta nota. Ahora mismo veo tu pelo entre toda la gente. Sigues escondida entre la marea, tan huidiza como siempre. Y no sé qué es lo que te causa tanto desanimo en mi.  Sigues pensando que el amor es un juego, y siempre soy el que pierde. Siempre soy uno más de tu lista del desamor. Cariño, podemos ser jóvenes juntos, o puedo morir por ti y dejar un bonito cadáver. Tú seguirás tan joven como para seguir rompiendo corazones.  
Voy a pedirme otra copa, mientras acabo de escribirte esto. Puedes fingir que te interesa, yo intentaré hacer que te creo. Mi nuevo amigo dice que eres una sonrisa con sorpresa. Hay que saber si el cable rojo va con el rojo, o si el azul va con el amarillo. Dice que hay peligro de que explotes. Me ha querido cerrar el grifo y yo le he pedido que me hable de ti; ha preferido darme la botella y dejar que siguiese escribiéndote. Creo que ya se me acaba el tiempo, así que iré acabando.
 En mi mente te tengo idealizada. Eres el yin de mi yang, la fuerza opuesta. La oscuridad de mi luz, la letra de mi canción, la última página de mi vida. Eres el equilibrio que me falta, y el que te falta. Pero de eso ya te darás cuenta. Lo dijo Turner: “se cruel conmigo, porque estoy loco por ti”. En mi mente eres lo que busco, el brillo de mis ojos, la titiritera de mi sonrisa. ¿No te arriesgarías a protagonizar una obra que se ha escrito solo para ti? 
Vivo el momento. El momento en el que sientas como yo, el momento en que me mires como yo te miro a ti. Vivo para el momento en que entres haciendo ruido, y te quites toda la ropa menos los zapatos. Quiero que cierres una etapa y abras una nueva. Quiero escucharte llegar, y sobre todo quiero no tener que escuchar cómo te vas. 

Ya es hora de que deje el bolígrafo y te deje esto. Solo quiero que lo leas, y si crees que es hora de ponerte los zapatos no me lo digas, solo sal de tu escondite. 
Y a la hora de la verdad, ¿serás como en mi mente? Quizá seamos el error el uno del otro, pero que nos quiten lo bailado en cuanto nos pongamos a descubrirlo. 
Si crees que esta nota es tuya, firma antes de irte. 

-Alex Guti. Palabras para.. ¿nadie?