jueves, 25 de septiembre de 2014

Coincidencias.

Se enamoró de él en la calle. 
Se topó con él por la calle.

Llevaba la vida con prisa y la ilusión en un bolsillo. Quizá le faltaba algo, aunque no sabe muy bien el que. Llegaba tarde a ninguna parte y temprano a ningún sitio. Sonreía porque era mas cómodo que llorar. Lloraba, pero dudo que la vieses hacerlo. Podía mirarte de resfilón y quitarte el aire de los pulmones; podía dejarte seco solo con su existencia. También podía mover el pelo, sonreír y parpadear como nadie en esta puta ciudad. Ella había pedido ser invisible, pero no hay quien escape de esos ojos. Ahora que vuelve por aquí es mejor no encontrarse con ella. Ella es el peligro de ojos brillantes. Venía de algún sitio que nadie conoce y desconoce totalmente dónde está el lugar al que quiere ir. Navega a favor del viento, siempre dice que está cansada de pelear con el destino. Lleva una lista de deseos sin cumplir, para recordarse a si misma que la suerte no existe. Pensaba que la suerte se había matado en algún rincón de sus defectos, y que el destino se había ahogado en alguna de sus lágrimas secas e invisibles.
Y el destino pasaba a su lado, de la mano de la suerte.

Se enamoró de ella al instante.
Él iba de frente; despistado e inseguro. El cielo estaba azul, pero sobre el siempre volaba una nube gris. No entendía las cosas que la gente suele entender, pero tenía explicaciones lógicas para todas esas cosas que los demás no comprendían. Le resultaba difícil abrir los ojos si veía algo de claridad y quizá por eso no tenía nada claro. Se escondía detrás de unas gafas oscuras bajo techo. Llevaba la mirada perdida, como si llevase toda la vida buscando algo mas allá, dónde nadie suele buscar. Las cosas que nadie veía eran sus preferidas, Su mayor enemigo era él mismo, siempre en otra dirección. Se llevaba la contraria a si mismo. Creía en todo y en nada, creía en ella y no la conocía. Creía en el futuro, pero no lo firmaba. No creía en la vida, por eso la llevaba por la sombra. No encontraba el valor para decir lo que lleva dentro, y la flor se empezaba a marchitar. Necesitaba solo un intento para volver a fallarse a si mismo. Una vez mas, era un hombre nuevo cargado de angustia y negatividad. Como un arma cargada con un gatillo que nadie quiere apretar.

Se encontraron de frente.
Las prisas de ella se chocaron con el despiste de él. A ella se le cayo algo del bolsillo. Él, inseguro, se inclino y le devolvió su ilusión. Le miró de resfilón, y la nube gris descargó toda su furia en la otra punta de la ciudad. Él, dubitativo, no comprendía lo que ocurría. Se puso sus gafas, pero no podía frenar el brillo de sus ojos. Ella no dudó en mover el pelo al sonreír y él por fin tenía un lugar al que poder mirar. La mirada dejó de estar perdida y encontró un hogar. Creía en el futuro y lo firmaba. Creía en ella y ahora la conocía.
Ella sacó su lista de deseos y la rompió en mil pedazos. Guardó sus debilidades en el bolsillo, ahora vacío, dónde guardaba su ilusión, y cambió sonrisas y lágrimas. Él encontró el valor junto a ella, disparó y le resultó más fácil morir por ella que vivir para nadie. Ahora el sol no brilla, ilumina. La luna no es la única que se queda con él hasta tarde y al cielo le falta una estrella. Una vez mas, era un hombre nuevo, cargado de ella, como un arma cargada con un gatillo que solo él quiere apretar.

Y así acaba o empieza la historia de chico conoce a chica y chica conoce a chico.
En esta historia nadie conoce a nadie. Ella iba a prisas sin pensar en nada mas que en nada. Él, desarmado, caminaba buscando algo en el aire, pero sin levantar la cabeza del suelo. Sus hombros se rozaron, pero el contacto de sus cuerpos no fue suficiente para que la historia sea de película.
Pues al fin y al cabo, este es nuestro día a día. Ella no le manda una señal a él, y él no tiene valor para decirle a ella que lleva toda la vida buscándola por todas partes. Él se enamora de ella, y ella de él, y ambos vuelven a sus hogares montándose la película de como sería la vida con el otro. Nos sobra el tiempo para actuar en nuestra película y nos faltan ganas de ganar un Oscar por ella.
Sé que estás ahí. Sé que nos hemos encontrado y sé que no me has mirado. ¿Soy invisible?

Nos hemos encontrado. Nos hemos visto, Nos hemos rozado, sonreído, intimidado con la mirada y la verdad, casi disparo. Pero nos falta el valor para creer en algo. Nos falta el aire que tu te llevaste, nos falta la ilusión que perdiste y no consigo algo que ilumine este camino.
El bucle es evidente: Sin luz no consigo verte y si no te veo, no tengo quien me ilumine el camino.

Alex Guti, no se que mierda acabo de escribir, así que no preguntéis.

1 comentario:

  1. No se que mierda acabas de escribir, pero me encanta. Así que...dispara y arriesga.

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